domingo, 10 de octubre de 2021

Camino Inca a Machu Pichu día 3: Chaquicocha – Wiñayhuayna

Mapa con la altitud y el relieve del Camino Inca

Después del día de superación de ayer nos levantamos siguiendo la rutina del mate de coca en la entrada de la tienda de campaña, para después de un desayuno cargado todavía de anécdotas del día anterior comenzamos esta nueva etapa. Hace un día muy hermoso, y hoy pasaremos por varios grupos arqueológicos como Phuyupatamarca y Sayaqmarca a (3.600m), Wiñayhuayna (2.650m), lugar del campamento. A lo largo de 16Km y las visitas que vamos a realizar durante la ruta, hace de este día uno de los más interesante y a la vez inolvidable de todo el Camino Inca. Sobre todo, es inolvidable gracias a los diferentes tipos de paisajes y ecosistemas que se atraviesan, y los bosques tropicales que vamos atravesando son más densos. 

Laguna Andina
Todo el grupo con un porteador (de amarillo)
Con dos pasos de montaña situados a más de 3.600 metros, zonas de selva, un bosque húmedo y un túnel excavado en la roca hace más de 500 años son los principales atractivos de esta tercera jornada del Camino Inca. Comenzamos a subir una tremenda cuesta que parte de la entrada al campamento de Paqaymayu hasta el segundo paso de montaña del recorrido. Al poco de comenzar el ascenso echamos un último vistazo al campamento en el que pasamos la segunda noche y a la sucesión de valles y sistemas montañosos que nos rodeaban por todas partes. El día es espectacular por lo que disfrutamos de las vistas y el paisaje de alrededor. Unos metros después llegamos a unas lagunas andinas de aguas transparentes, pero al faltar poco para llegar a Runkurakay (3.950m), continuamos para disfrutar del espectacular mirador natural.
Ruinas de Runkuray -Tambo- (lugar de descanso)
Al poco de comenzar la caminata nos detenemos en las ruinas de Runkurakay, un puesto de observación que servía de tambo (lugar de descanso), además de ser un lugar ritual, constaba de una torre de vigilancia para controlar a todo aquel que descendiese del paso de Warmiwañusca. Al subir podemos observar mejor la forma semicircular de sus recintos, su estructura de piedra de pizarra y granito gris, con su privilegiada ubicación. Las lagunas por las que hemos pasado, los enormes nevados de más de 5.000 metros de altura y el valle hacia al que nos dirigiríamos, son sólo algunas de las maravillas que se observan desde el lugar, divisando a la distancia el camino que baja serpenteando desde el Warmiwañusca hasta el campamento de Paqaymayu.

A partir de aquí el camino es mayoritariamente descendente, ya que poco a poco nos vamos adentrando en un nuevo valle dónde la espesa vegetación es la protagonista. A lo lejos divisamos un nuevo complejo inca, más grande e importante que el que visitamos al comenzar la caminata esta mañana. Habíamos llegado a las puertas de Sayaqmarka. Más abajo y a la derecha se encuentran las ruinas de un pequeño puesto de control de nombre Qonchamarka. Para acceder a Sayaqmarka dejamos las mochilas al inicio de la estrecha y empinada escalinata de acceso a la ciudadela.
Éste era el único acceso a la ciudad, ya que el promontorio sobre el que está construido se encuentra rodeado de pronunciados acantilados que hacían de éste un auténtico fuerte casi inexpugnable. Estuvimos caminando entre sus ruinas prácticamente solos, y en donde pudimos apreciar dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas era una zona residencial con un buen número de edificios y almacenes, mientras que la otra parte albergaba un templo al sol y fuentes ceremoniales. A pesar de su compleja ubicación, un sistema de canales y fuentes aseguraban el agua a todos sus habitantes.

Sayaqmarka se encuentra en un lugar de transición donde el Camino Inca abandona las cumbres montañosas para adentrarse en la selva tropical, y desde allí, tenían estas espectaculares vistas al valle situado a los pies de la ciudadela, perfectamente ubicada en un punto estratégico.
En la foto de la izquierda se observa (aunque no bien por la erosión), la figura de un Inca. En la parte derecha, se aprecia una cruz, símbolo de la catolización del lugar por misioneros españoles. 
Bajamos con mucho cuidado los escalones de la escalinata de piedra situada al borde de la montaña, nos echamos las mochilas al hombro y continuamos caminando por un sendero que se adentraba cada vez más en el bosque nublado, dónde la humedad y los mosquitos nos acompañaron un buen rato. Pocos minutos después llegamos al campamento de Chaquicocha, dónde nuestros porteadores ya tenían todo preparado para recibirnos con una reconfortante comida. Aprovechamos para descansar y la mayoría nos descalzamos y tomamos agua para reponer los líquidos perdidos por la caminata y por el día de calor que estamos disfrutando.
Al ponernos de nuevo en marcha, nos cruzamos con un rebaño de llamas, que se cruzan en nuestro camino, lo que consiste en una anécdota más del camino. El guía nos da ánimos, porque nos comunica, que hay que subir un importante repecho, para luego ya seguir el resto de la ruta en un recorrido que va alternando pequeñas subidas con bajadas no muy pronunciadas y que resulta bastante llevadero. Efectivamente a partir de un punto vemos que el camino empieza a descender progresivamente, pudiendo disfrutar de una agradable caminata. Tras el día tan caluroso que hemos tenido, ahora atravesamos varios zonas con sombras, debido a la gran vegetación existente, de los bosques tropicales que nos rodean, los cuales vamos atravesando.
Junto a Marcelo y Carlo en un momento de la ruta
El ritmo aumenta debido a desnivel del terreno que hay ante nosotros y por la belleza del paisaje del que podemos disfrutar. A contrario de la jornada anterior con el paso del Warmihuañusca (La Mujer Muerta) a 4.215 metros, en el que cada uno tenía que llevar su ritmo y el grupo se fue disgregando, hoy el recorrido prácticamente lo realizamos junto a Carlo y sus incansables hijas. Son momentos agradables en los cuales no desaprovechamos la ocasión para afianzar aún más una amistad que ya empezó en el comienzo del Camino Inca, que espero y deseo que perduré más allá de este maravilloso e irrepetible viaje.
 
No tardamos mucho en atravesar un rústico túnel excavado por los incas en la misma roca de la montaña, alternamos zonas de espesa selva subtropical con otras en las que sólo nos acompañaba una pared de roca a la derecha y un profundo acantilado a la izquierda. Seguimos avanzado a buen ritmo y pronto llegamos a las ruinas de Phuyupatamarka, las cuales se encuentran muy cerca de nuestro campamento final. Es un sitio arqueológico inca, cuyo nombre significa "ciudad encima de las nubes", que se encuentra sobre el valle de Urubamba.
Tiene un complejo sistema de fuentes de agua, además de terrazas, escalinatas y recintos, pero nosotros a pesar de las ruinas que estamos visitando, seguimos embobados con el despliegue de las increíbles montañas que nos rodean y que tenemos ante nosotros. Es el primer lugar desde el que se puede contemplar el viejo pico o Machu Picchu, tras el que está situada la construcción Inca más famosa y conocida de todo el mundo. El tiempo empieza a cambiar y vemos aparecer al fondo unas nubes, que ensombrecen el día tan espectacular que hemos tenido.

Parece mentira cuando empezamos el Camino Inca, cual lejos estaba alcanzar este mágico lugar, y ahora estamos a tan solo una jornada de conseguirlo. Llegamos al campamento y además de celebrarlo como es costumbre nos espera una sorpresa más. Hoy es el cumpleaños de Carlo, y tanto los porteadores como el guía Renilo y los cocineros están al corriente del evento, y han preparado una celebración muy especial para tal ocasión.

Desde aquí quiero aprovechar el momento para felicitar de manera muy especial a los cocineros del equipo ya que durante todo el Camino Inca, no dejaron de sorprendernos con la comidas tan ricas y maravillosas que nos ofrecieron a pesar de la dificultad de las condiciones y los víveres de que disponían. La cena es un auténtico manjar, consistente en causa limeña decorada con simpáticas llamas de pan, y hasta un cóndor realizado con berenjena que corona una fuente de quínoa con verduras, ensaladas y pasta, pero sin duda el broche final es la estupenda tarta que han preparado para el homenajeado, deliciosa y que supone un broche final a tan delicioso banquete. Pero tras las felicitaciones y las alegrías de la celebración, llega un momento triste, porque hoy es la última noche en la que todo el equipo de porteadores, cocineros y demás integrantes del campamentos nos dejan. A la mañana siguiente muy temprano ellos emprenden camino hacia la estación del tren ya que es el medio de transporte que hay para llevar todo el equipo que han portado estos días de ruta hasta el lugar de origen. Por ello y tras mutuo acuerdo les vamos dando unos sobres con un dinero para agradecerles todo su apoyo y ánimo además del magnífico trabajo que han realizado. Las palabras de agradecimiento que les dedicamos no son suficientes para expresar la labor que estos HEROES han realizado durante la ruta, siempre con amabilidad y simpatía. Sin ellos no se hubiera podido realizar el Camino Inca, mi más sincera enhorabuena y agradecimiento desde aquí. Al terminar nos vamos a nuestras tiendas a dormir, por que mañana nos levantamos muy temprano (04:30), llegando antes del amanecer al punto de control del último día del Camino Inca y llegar por fin a Machu Picchu.
  
 * Para la elaboración y desarrollo de este artículo se han tenido en cuenta los datos obtenidos a través de la wikipedia, y las propias experiencias vividas durante el viaje. (Fotografías e ilustraciones originarias de Pedro García Barbudo). 

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