sábado, 23 de octubre de 2021

Paracas-Ica-Laguna de Huacachina (Desierto y Buggies)

Jugo para desayunar en Paracas

Nos levantamos con tiempo soleado y preparados para empezar la primera actividad en ruta, y quién iba a sospechar que a pesar de la temperatura tan buena de que disfrutáramos, se iba a estropear tan pronto la actividad que teníamos preparada. Tras desayunar y encaminarnos hacia el paseo marítimo donde nos tenía que recoger el barco con el que íbamos a comenzar la ruta por las Islas Ballestas y conocer su fauna marina, de repente nos comunican que esta el puerto cerrado ya que mar adentro la situación no es buena y por eso la actividad se tiene que suspender. Un palo empezar así el viaje y con la ilusión que teníamos y más viendo el tiempo con el que disfrutamos en estos momentos, pero parece ser que en el interior la cosa no va bien. En el itinerario ya nos avisaban que podía pasar algo así y que dicha actividad a lo mejor no se podía realizar por las condiciones meteorológicas, pero nadie piensa que tan pronto te pueda pasar algo así. Los problemas o retrasos, al igual que en otros lugares a los que he tenido la gran suerte de viajar también pueden resultar imprevisibles. Puede que algo salga mal, y ante esos casos, recomiendo que te sorprendas por lo que el momento tiene para ti e intenta llevarlo de la mejor manera posible, siempre sabiendo donde te encuentras y lo privilegiado que eres por estar ahí.

 
Junto a un Pelícano en la Playa de Paracas
Pelícano en la playa de Paracas
Como nos dan dos horas hasta que venga el transporte que nos llevará hasta Ica decidimos dar otra vuelta por el paseo marítimo y aprovechar el buen tiempo que hace para tomar un jugo delicioso en una terraza y pasear por la playa. En este paseo vemos que hay pelícanos paseando por la playa y yo sin dudarlo me acerco con cuidado a ellos. Hay gente del lugar que les dan unos trocitos de pescado que se ha desechado tras la pesca y por eso me imagino que se acercan al lugar. Les doy unos trocitos y participo junto con Marcelo del primer encuentro con fauna local, y aunque no sustituye ni mucho menos la actividad prevista, nos deja buenas sensaciones para afrontar el camino que nos llevará hasta nuestro siguiente destino esperando que esta vez tengamos más suerte.

Laguna Huacachina
Nos trasladamos a Ica para visitar la Laguna de Huacachina enclavada en medio del desierto, oasis de gran belleza natural que invita al relajamiento entre dunas y palmeras. Aquí el calor ya es importante y nos comentan que apenas hay lluvias en todo el año. Nos han asignado el hotel "Cursai", para poder dejar las mochilas y el equipaje en consigna, para así estar más cómodos y poder visitar mejor este maravilloso lugar. Como todavía queda un poco de tiempo hasta que llegue la hora de realizar la excursión programada, y a pesar del calor, decidimos subir a una de las dunas que rodean todo el Oasis. Tras un pequeño paseo por el desierto y una subida constante pero agradable (siempre me ha gustado andar por el desierto), por fin llegamos a lo más alto de la duna, desde dónde comprobamos mejor los increíbles paisajes que nos rodean     
                                     Teníamos todo el Oasis a nuestros pies, un Oasis que parecía que iba a ser engullido por la arena en cualquier momento. Bajamos sin prisa y disfrutando del paisaje, con unas sensaciones que nada tenían que ver con las vividas en el transcurso de la mañana. Tras quitarnos pacientemente la arena del desierto que nos había entrado en el calzado, decidimos darnos un pequeño homenaje gastronómico, mientras esperábamos que llegase la hora parar comenzar la aventura de los buggies por el desierto de Ica. La Laguna de Huacachina es un enclave espectacular pero también turístico por lo que hay hoteles y restaurantes para los turistas que la visitan.

Pollo con patatas y arroz
Desierto de Ica

En uno de estos restaurantes comemos unos chicharrones (pollo), acompañados con patatas y salsa de rocoto (picante), con una enorme jarra de jugo (zumo) de maracuyá por unos 30 soles los dos (6 euros). Tras está deliciosa comida damos un paseo para visitar mejor toda la laguna y bajar la comida. Nos dirigimos al hotel donde hemos dejado las mochilas, y como todavía no son las 4 (hora en la que comienza la actividad), nos damos un baño en la maravillosa piscina que tiene hasta que nos viene el representante de la actividad para que le acompañemos a los buggies. Junto a nosotros iban tres franceses y 5 peruanos que también iban hacer la misma actividad. Dijimos a Javier (conductor del buggie) que le pisara a fondo, y en donde se notaba más el movimiento y la experiencia sería más espectacular aunque más movida, sin dudarlo nos dijo que en los asientos de atrás. Montamos en los últimos asientos, listos para comenzar.

Un inmenso mar de dunas de fina arena blanca se extendía ante nosotros, pero a medida que nos íbamos alejando más y más de la Laguna de Huacachina y de Ica parecía aumentar en tamaño y espectacularidad mientras recorríamos kilómetros y kilómetros a toda velocidad subiendo y bajando dunas, derrapando por sus laderas e incluso saltando sobre algunas de ellas, provocando sensaciones increíbles y haciendo las delicias de todos aquellos que estábamos participando en esta actividad.

                

Este gran desierto se convierte en una improvisada montaña rusa en la que disfrutamos levantando las manos con cada brinco, y en mi caso, intentando mantenerme dentro del coche en las ocasiones que casi salgo volando, mientras intento que no se me caiga el móvil por culpa de algún derrape mientras grabo un vídeo en el buggie.
 
                

Llegado un momento realizamos una parada en medio de las dunas, para realizar otra actividad que estaba incluida, practicar el sandboarding. Este deporte consiste en tirarse sobre una tabla similar a las de surf por empinadas dunas en las que podemos alcanzar una buena velocidad. Nos explican cómo nos tenemos que colocar y así no caernos mientras lo realizamos, y así disfrutar mejor de una experiencia única. Pasamos un momento muy divertido y genial, además de tirarnos primero de manera individual, para ir cogiendo práctica, también lo hacemos por parejas, y tanto Marcelo como yo, disfrutamos pasando unos grandes momentos.

El resto, cuando no nos toca deslizarnos sobre la tabla, aprovechamos para seguir maravillándonos y contemplar con calma las impresionantes vistas panorámicas que nos rodeaban mientras el atardecer llega al desierto.

Volvemos a montar, empezando de nuevo a disfrutar con los saltos y la velocidad recorriendo estas dunas y este desierto tan espectacular. Al terminar la actividad nos hicimos junto al buggie una foto de todo el grupo. Emprendemos el camino de regreso a la Laguna de Huacachina, y mientras vamos sacándonos la arena del desierto que se nos metió por todas partes, comentamos con el resto de compañeros, que la actividad resultó ser más divertida e interesante de lo que se suponía antes de empezarla. 

   
 
Antes de recoger nuestras cosas del hotel, para partir hacia la estación de autobús, tuvimos el inmenso placer de poder contemplar un espectacular atardecer sobre este árido paisaje. Contemplar una magnífica puesta de sol en mitad del desierto de Ica, supero con creces nuestras expectativas. Los tonos anaranjados de las últimas luces del día, la temperatura bajando y la sensación de libertad, que se siente en mitad de un entorno tan vasto en extensión como en belleza, hizo que el momento se convirtiese en una gran experiencia. 

 

Después del fiasco de cómo empezó el día y lo que supuso perdernos la primera actividad nada más emprender el viaje, Huacachina supuso para nosotros el verdadero comienzo del viaje. Nos sirvió para darnos cuenta de que Perú nos iba a fascinar mucho más de lo que pensábamos, así que partimos en bus nocturno hacia nuestro siguiente destino en Arequipa, imaginando todo lo que nos quedaba por ver, vivir y disfrutar en tierras peruanas.

 


 

 


 

 

 * Para la elaboración y desarrollo de este artículo se han tenido en cuenta los datos obtenidos a través de la Wikipedia, y las propias experiencias vividas durante el viaje. (Fotografías e ilustraciones originarias de Pedro García Barbudo).

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