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Cachangas en el desayuno
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Tras
una noche inolvidable, nos levantamos temprano para disfrutar de un
desayuno espectacular a base de chocolate y unas tortas tradicionales
llamadas
Cachangas que estaban muy ricas (incluso
Marcelo le pidió la receta a
Esperanza). Es un
plato tradicional peruano, de fácil preparación y exquisito sabor. Son
tortas finas, fritas y crujientes, Se elaboran de numerosas formas: dulces, saladas, rellenas. Sus ingredientes son
harina de trigo,
huevo y
agua,
con forma rígida y
delgada. A pesar de su antigüedad, su consumo está decayendo, y solo se
venden en algunos barrios populares. Comprobamos que la habitación este
ordenada y que no nos dejemos nada en ella, y abandonamos con pesar lo
que ha sido nuestro hogar durante estos días. Esta vez vamos
descendiendo hacia el puerto de
Amantaní en
donde están el resto de viajeros que, como nosotros, había
pasado su estancia en esta maravillosa isla. Es un momento triste que en
estos viajes te encuentres con personas tan estupendas y que te habrán
no solo las puertas de su casa, sino también la de sus vidas con enorme simpatía y
gran corazón...
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Isla de Taquile
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Nos despedimos de
Esperanza para zarpar hacia la
Isla de Taquile, es un viaje tranquilo y además de recordar nuestra estancia en
Amantaní, compartiendo recuerdos y anécdotas con
Cristian,
Jessica y
Carolina, el tiempo acompaña y es agradable de disfrutar de las dos cosas en un lugar tan único y privilegiado como es el
Lago Titicaca. Se nos une
Laura una de las chicas italianas que conocimos la noche anterior en la
fiesta tradicional y que hace una labor de voluntariado como profesora en
Perú. Llegamos al muelle de la
Isla de Taquile, en donde tenemos que elegir una de las dos opciones de ruta que hay. Hay una buena caminata hasta llegar a la
Plaza de Armas de
Taquile, con un importante desnivel pero de una manera constante y no muy fuerte, hasta alcanzar los
4.000 metros sobre el nivel del mar. Luego podemos visitar la
Plaza, descansar y tomar algo, para cuando llegue la hora de comer ir a un
restaurante típico
donde nos explicaran las costumbres locales mientras disfrutamos de una
comida exquisita. Y otra con la subida más corta desde el
muelle hasta la gran
Plaza, continuando el resto del recorrido igual que en la primera opción.


Prácticamente
todos eligen la primera opción ya que después del tiempo en la
embarcación, y el día tan agradable que hace apetece caminar mientras
observamos unos bonitos paisajes. La
Isla de Taquile, en el
Lago Titicaca, está situada a
45 km de Amantaní la capital regional. Cuenta
con una población de unos
2.200 habitantes. El punto más alto de la isla llega a los
4.050 metros sobre el nivel del mar. La
sociedad taquileña está basada en el trabajo colectivo y en el código
moral Inca
"Ama sua, ama llulla, ama quella" (
no robarás,
no mentirás y
no serás perezoso). Actualmente su economía se basa en la
pesca, la
agricultura de la
papa en los
andenes y el turismo, casi sin cambios siendo poco afectada por la modernidad del continente.
No hay vehículos ni hoteles en la isla, y como ocurre en
Amantaní, es la propia comunidad la que gestiona los transporte y el
hospedaje
en las casas con las familias, además de los restaurantes para
turistas, con pequeñas tiendas
que venden los
productos básicos. El
camino hacia el pueblo no tiene pérdida, porque transcurre a mitad de
la ladera y no hay muchos más lugares a los que puedas ir, pero eso sí, durante nuestra caminata pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas de esta
isla y del
"Lago Titicaca." 

Poco antes de llegar al pueblo de
Taquile un
arco de piedra nos da la bienvenida, una vez atravesado y tras recorrer unos pocos metros llegamos a la
Plaza de Armas , dónde podemos observar a los
taquileños
con sus coloridos trajes, que están recorriendo el lugar, visitando los
puestos de artesanía y productos locales que hay por toda la
Plaza. El edificio de la municipalidad donde se exponen y venden
tejidos
taliqueños. Este pueblo se dedica principalmente a los tejidos
y aún conserva su vestimenta típica. También destaca la
pequeña iglesia de
Santiago Apóstol , pequeña pero muy bonita y con una
torre medio derruida en uno de sus laterales. La pudimos visitar durante un tiempo, debido a su tamaño y a que en estos momentos no hay ninguna
misa ni acto ceremonial. Podemos apreciar en tranquilidad la belleza de esta iglesia, su
altar , con velas encendidas a
Jesús,
santos, y
vírgenes, le dan un toque más especial si cabe. Recorremos una pequeña nave lateral donde vemos unos
frescos antiguos, todo ello de un color azul que domina y que resalta el conjunto.


Al igual que ocurre en las
Islas flotantes de los Uros, aquí también podemos sellar el
pasaporte para dejar constancia de nuestra visita en la
Isla. Es un pequeño local que prácticamente sirven de todo,
bebidas,
desayunos,
comidas, y
souvenirs,
de ahí que cuando llegamos tuvimos que esperar a la cola porque solo
estaba atendido por la dueña y su pequeña y simpática hija, la cual
también echaba una mano en el local. Una de las atracciones de la plaza
es una señal en la que aparecen las distancias desde este lugar hasta
algunas de las principales capitales del mundo. Ahora nos encontramos
a
"9.236km" de
Madrid.


Hay varios caminos que salen de la
Plaza, y cogemos uno de ellos junto a una calle lateral del arco de piedra que sirve de entrada a la
Plaza de Armas, porque nos dirigimos al
Mirador de los 540 escalones, en donde nos han dicho que podemos disfrutar de unas vistas espectaculares de la
Isla y del
Lago Titicaca.
Nuestro
mayor temor es que no podamos encontrarlo a tiempo, porque tenemos una
hora fijada para llegar al restaurante para la comida, y no nos podemos
retrasar, por lo que a pesar de la subida, apretamos el paso y tras
preguntar en el camino a varios lugareños, por fin encontramos el
ansiado
Mirador. Las
vistas son espectaculares y de una gran belleza, sin ninguna duda ha
merecido la pena la caminata para poder observar desde este lugar tan
privilegiado la
"Isla de Taquile", y el
"Lago Titicaca".


Desde un
arco de piedra que corona el
Mirador,
vamos pasando para realizar las fotografías para ir
disfrutando del paisaje y como además el tiempo es espectacular todo
hace que sea mucho más agradable y las imágenes más bellas todavía.
Lamentándolo mucho el tiempo pasa volando, y nos tenemos que despedir de
este
mágico lugar para volver a la
Plaza de Armas, porque no queremos llegar tarde al restaurante local que tenemos reservado para nuestra hora de comer.

Llegamos
justo a tiempo, porque ya los guías estaban reuniendo a todo el grupo y
así partir todos para el restaurante. Ahora empezamos a descender por
un camino que nos llevará directamente al local en donde mientras
esperamos que nos sirvan la comida nos van explicando las costumbres del
pueblo de
Taquile. El local está situado en un sitio privilegiado con las mesas colocadas debajo de unos toldos para evitar el sol de forma directa, y sobre una colina natural. Las vistas que tenemos desde nuestras mesas de la
Isla de Taquile como del
Lago Titicaca son espectaculares, haciendo el momento de la comida mucho más placentero.

Nos cuentan el significado de
los gorros y ropa que llevan, porque según su color, podemos distinguir a los
hombres y mujeres solteros de los casados. Para ello también nos muestran el tipo de
Telar antiguo
que utilizan y nos hacen una demostración con una mujer muy anciana,
que nos muestra con sus manos como poco a poco se van haciendo las
prendas. Nos explican que el pasador que utiliza para pasar los hilos de
un lado a otro del
Telar corresponde a un hueso que tiene la
Llama
en la pata.


A continuación llega un hombre que nos va demostrando lo que ellos utilizan como
jabón natural, con una
planta y al ir frotando dicho planta en el
cubo con agua, vemos cómo se va generando gran espuma. Para terminar dicha demostración y tras dejar que viéramos cada una el
cubo con el jabón, sumerge tejidos sucios para empezar a frotar y sacarlos completamente limpios. Así no utilizan ningún producto industrial a la hora de fabricar o limpiar las telas que utilizan para sus productos.


El tejido es realizado exclusivamente por hombres,
comenzando en la primera infancia. Nos explican que desde muy pequeños, los
taliqueños ya aprenden a tejer gorros para cuando sean jóvenes y quieran
pretender a una chica, para ello tienen que
hacer un gorro perfecto como prueba de
que sabrá mantener bien a su familia. La chica para comprobar
que el
gorro está bien tejido, lo llena de
agua y si la
retiene dentro
es que está bien apretado pero si se sale, es que no está bien hecho. Dejamos por un momento las explicaciones sobre las costumbres locales porque ya está preparada nuestra deliciosa comida.
Consiste en un entrante con varios panes artesales, acompañados con una
picada de cebolla,
pimiento y un poco de
aji, por lo que el sabor es un poco picante, pero no demasiado. El plato principal consta de una
trucha del propio
Lago Titicaca, acompañada de
papas,
arroz y
verduras salteadas. Increíble y deliciosa. Disfrutamos no solo de la estupenda comida, sino también del lugar donde nos encontramos con las vistas excepcionales que tenemos y el tiempo tan bueno que hace.


Los
hombres usan un
pantalón tejido de color negro,
camisa blanca
y chaleco corto, cuya forma y colores determinan su función en el seno
de la comunidad. Llevan además una larga
Chunpi (faja bordada), cuyo tejido
describe mediante simbolismos propios de la isla, los eventos que han
marcado la vida de la pareja. El
chullo o
gorro finamente tejido,
permite diferenciar los hombres
casados de los
solteros. La forma de la
cola del
chullo, señala si está buscando pareja. El
color rojo es para los hombres
casados, los que llevan los
colores rojo y blanco son
solteros.

Se diferencia entre ellos según de hacia qué lado caiga el
chullo, hacia el
lado derecho, buscan
pareja y si cae hacia el
lado izquierdo,
no buscan
pareja.


Las
mujeres visten una
blusa roja y muchas
faldas multicolores,
recubiertas con una amplia falda negra. El
talle es ceñido, con un fino
cinturón guinda. La cabeza y la cara son protegidas del sol por un largo
manto negro. Al igual que pasa con los hombres también en las mujeres, por su vestimenta se puede saber sin son
casadas o
solteras. Si lleva el
mantón con
pompones pequeños está
casada, y si por el contrario el
mantón lleva los
pompones grandes, estará
soltera. La salvedad que encontramos en la vestimenta de los hombres, son aquellas personas que además llevan un
sombrero negro andino. Nos explican que dichas personas son las
“autoridades” de la isla. En la isla hay 25 hombres llamados
“autoridades” que
tienen un
código de
vestimenta especial. Los elige todo el pueblo cada mes de noviembre a
mano alzad. Como
colofón tras la buena y excelente comida de la que hemos podido disfrutar, nos llevan a un patio del restaurante, donde somos testigos, y si queremos también participes de algunas
danzas populares que realizan los
taquileños en festividades o momentos especiales del año. En concreto es una danza tras terminar la
plantación, esperando que la
cosecha sea buena. Como se observa en la danza también participan los niños, porque estos echan una mano ayudando a sus familias, y a toda la comunidad en la
plantación y en la
cosecha.

Al terminar no dejamos de aplaudir y toca despedirse tanto del personal del restaurante, como de los lugareños que tan amablemente y con tanta simpatía nos han idos explicando sus costumbres. Seguimos descendiendo por el camino que nos lleva al puerto (el mismo que tendríamos que haber realizado subiendo si hubiéramos escogido la primera opción de la ruta). Es un camino más corto y vamos comentando todas las experiencias vividas en este día y en esta preciosa isla con sus encantadores habitantes. Al final del camino y justo antes de comenzar a bajar hasta el muelle, un nuevo arco de piedra nos despidió de este mágico lugar. Llegamos al puerto, y tras el recuento para comprobar que no falta nadie, subimos a la embarcación que nos llevará de regreso a
Puno. Este camino de vuelta también es triste para nosotros porque al pasar por las
Islas flotantes de los Uros, nos tenemos que despedir de
Jessica y
Carolina, las dos hermanas que han compartido con nosotros estos días tan intensos y emotivos en el
Lago Titicaca. Se quedan a pasar la noche en una
cabaña gran resort situada en una isla flotante, con grandes
ventanales para ver tanto la
puesta de sol, como el
amanecer, además de toda la belleza del
Lago Titicaca.

El resto seguimos nuestro camino, y por fin llegamos al puerto de
Puno, donde nos despedimos de
Cristian que también fue otra de las personas que ha estado con nosotros durante estos días tan especiales. Volvemos a nuestro hotel, y como todavía nos quedan horas por delante hasta que cojamos el autobús nocturno que nos llevará a la ciudad de
Cusco, decidimos volver a cenar en nuestro querido
Bar Tender, para volvernos a empapar de su
música, sus
videoclips y su gran ambiente, e intentar no pensar en la gran travesía que aún nos queda por delante hasta
Cusco.
* Para la elaboración y desarrollo de este artículo se han tenido en cuenta los datos obtenidos a través de la Wikipedia, y las propias experiencias vividas durante el viaje. (Fotografías e ilustraciones originarias de Pedro García Barbudo).
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