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Con Marcelo en la terraza de la Plaza de Armas
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Después de visitar la
Catedral de Arequipa, decidimos darnos
una vuelta por la
Plaza de Armas, tras realizar las fotos pertinente,
decidimos subir a uno de los múltiples restaurante que hay en sus
terrazas, y así probar otro de los productos típicos del
Perú, el
rocoto relleno.
Nos sentamos en una mesa que da justo enfrente de la plaza y pedimos
este plato singular y típico además de un par de cervezas locales (
cusqueña), disfrutando del buen tiempo que hace y de las magníficas vistas. Tras este agradable y delicioso descanso, nos encaminamos a visitar otro de los lugares que hay que visitar en esta preciosa ciudad.
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Entrada al museo
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Momia "Juanita" ritual- Capaccocha-
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“Juanita”, una niña de 12 años, era una
“palla” (mujeres
jóvenes, que representan a cada poblado). Educada en un
“Seqsiy
Wasi” (Casa de oración), al servicio del
Sol y del
Inca. Se decidió
efectuar
una “Capaccocha” para calmar a los
volcanes. La ceremonia incluía fiestas y ofrendas de reconocimiento y de gratitud con
sacrificios humanos. Desde las cuatro direcciones del
Tahuantinsuyo los poblados enviaban uno o más niños al
Cusco, para, luego de las ceremonias allí oficiadas, regresar y ser ofrendados a
huacas locales, cuyos
adoratorios (construcción para el culto), se localizaban en las montañas, llamadas "
Apu".
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Lugar donde se encontró "Juanita"
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Lugar donde se estaban las momias
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“Juanita” partió posiblemente de
Arequipa o de otra ciudad del
Tahuantinsuyo
hacia
Cusco la capital del
imperio, para ser recibida por el
Inca en persona. A su paso se hicieron
grandes fiestas. Ya en la
cumbre
del Ampato, a
6.380 metros sobre el nivel del mar, la comitiva dispuso los últimos preparativos de la “
Capaccocha”,
y
“Juanita” fue preparada
ingiriendo alimentos vegetales, seguido de un
ayuno que le
ayudarían a entrar en un
estado de inconsciencia, después le daban un
golpe seco en la cabeza y así lograban conseguir una
muerte dulce y tranquila. Son unos restos claves para la
arqueología, y que nos permiten conocer mejor las
costumbres rituales de los antiguos
habitantes de esta zona del
Perú.
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Aspecto de la niña "Juanita"
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Momia "Juanita"
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La última sala que se visita alberga el famoso cuerpo congelado (que no momificado) de la
niña
“Juanita". Se la puede ver en el interior de una urna de cristal que recrea las
condiciones que permitieron su conservación en los nevados del
Ampato
durante siglos, unas condiciones que propiciaron una
momificación natural que ha permitido mantener intactos el cabello, la piel y todos sus órganos internos. También se expone lo que se conoce
como las
“Capaccochas”, que son ni más ni menos las ofrendas
que se realizaban a los
apus.
Tras visitar el Museo Santuarios Andinos y a la Momia Juanita, volvemos a la Plaza de Armas y empezamos a buscar algún lugar para comer. Como ya probamos el rocoto relleno, decidimos probar el plato más típico del Perú. Para ello nos metimos
en una pollería que encontramos en la calle Puente Bolognesi que sale de la
Plaza de Armas. Allí probamos el pollo a la brasa con patatas, muy similar
al de cualquier pollería española, pero con el toque
especial que le da comerlo en un local tradicional, donde los arequipeños se reúnen para disfrutar de este plato. El precio por medio pollo+patatas+arroz chaufa+ botella de agua, 15 soles (3 euros).
Después de la comida nos fuimos al hotel para ducharnos y
descansar un poco, para volver a las calles de
Arequipa, y realizar una interesante visita al
Monasterio de Santa Catalina, ciudadela religiosa ubicada en el corazón de la ciudad. Estamos ante uno de los principales monumentos coloniales no solo de
Arequipa, sino de todo el
Perú. Desde su construcción en 1.579 y hasta la actualidad han habitado en sus 20.000 metros cuadrados centenares de
monjas de clausura, todas
ellas mujeres
criollas, mestizas y hasta hijas de familias nobles, a las que
acompañaban otras
“monjas pobres” , que no llevaban un vida
religiosa, y se internaban en el convento para servir como criadas a las
"monjas ricas".
Se habla de que en los momentos de máximo esplendor hubo más de
400 mujeres que habitaban tras sus enormes muros de 4 metros de altura, apartadas del mundo y ajenas a todo lo que ocurría fuera del convento.
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Habitación de una de las monjas del Convento
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Gran parte del encanto de este monasterio se encuentra en sus intrincadas callejuelas
y las casas de las propias monjas, muy alejadas de las típicas celdas
en las que suelen habitar las
monjas de clausura. Muchas de las celdas estaban formadas por varias habitaciones y
contaban con su propia
cocina,
baño,
patio e incluso con
capillas particulares. En todas ellas se conserva la decoración, los muebles y gran parte de los objetos que en su día pertenecieron a estas
monjas de clausura que vivieron rodeadas de lujo. Durante el
fuerte terremoto que asoló
Arequipa a finales del siglo XVI gran parte
del complejo fue arrasado, pero al ser un
monasterio de clausura, fueron
las propias monjas quienes se hicieron cargo de las reparaciones, y cada una reconstruyó y decoró su propia celda según sus preferencias.
Nada más cruzar las puertas del convento, es como si te trasladaras a otra época. Aquí desde el primer momento, a la hora de sacar la entrada para la visita, te dicen que si quieres contratar los servicios de una guía local, en ese caso, tendrás que sacar otra entrada más cara (
10 soles más), que te permitirá disfrutar de dicho servicio. Yo personalmente se lo recomiendo a toda persona que vaya a visitar por primera vez
este gran monasterio, no solo por sus dimensiones sino por toda la historia que tiene. La guía que nos tocó nos explicó con todo detalle cómo se creó este monasterio, su historia y todas las celdas y habitaciones que visitamos. Si más adelante quieres volverlo a visitar, puedes no solicitar este servicio, ya que con guía se sigue una ruta o itinerario marcado y al no pillarlo, puedes ir más por tu cuenta y visitar de una manera más libre todas la habitaciones y recovecos del monasterio. También recomiendo si se puede visitar los días
martes y
jueves, ya que en esos dos días se puede hacer una
visita nocturna acompañado a la luz de las velas y lámparas, que junto con toda la historia del lugar y el encanto de dicha iluminación, junto con las historias de las monjas que en él habitaron, merece mucho más la pena. Está era nuestra primera intención a la hora de visitarlo, pero por la ruta que llevábamos planeada desde el principio, tuvimos que realizar el recorrido un miércoles, y no pudimos hacer esa opción. Desde este blog recomiendo a todas aquellas personas que quieran visitar el Monasterio y tengan la oportunidad de visitarlo en dichos días, que sin duda lo realicen.
Un silencio casi sepulcral recorre
las calles con nombres de ciudades españolas:
Sevilla,
Toledo,
Burgos, pintadas en tonos blancos, azulados y rojizos con multitud de plantas adornando la ciudadela.
Al doblar cada esquina te encuentras con patios, fuentes o
claustros, aunque no es lo más sorprendente que nos podemos encontrar en este recinto, ya que todas las
"casas-celdas" de la zona abierta al público se pueden visitar. Nos llamó la atención una pieza con forma de
embudo, de
piedra volcánica (
Arequipa está rodeada por tres volcanes), donde se echaba el agua que no estuviera limpia, y al ser
piedra porosa, iba
cayendo gota a gota en un pequeño recipiente de debajo, encontrándose ya totalmente limpia. (Foto central).
Hay otras zonas comunes que también son muy interesantes para visitar,
como la
cocina y el
comedor, los
huertos, el
cementerio, la
iglesia, la
pinacoteca o la
lavandería, dónde se pueden ver estas
medias tinajas unidas por un canal central por el que se distribuía el agua a cada una de ellas. Está última parte del recorrido, nos llamó la atención por
su ingeniosa construcción, como se puede apreciar claramente en las siguientes fotografías que os muestro a continuación.
Se acerca la hora del cierre y muy a nuestro pesar, tenemos que ir terminando el recorrido por este maravilloso monasterio, con sus encantos e historias. Para ello pasamos por la
pinacoteca, la guía nos cuenta que antes servía como
hospital, y en donde en el techo y paredes se puede observar aún las sujeciones que se utilizaban para las estanterías y los cortinajes de las camas que lo componían. También cruzamos por la
iglesia, y la
capilla, para terminar saliendo por otra puerta distinta a la que cual habíamos entrado. Sin lugar a dudas ha sido un gran día visitando los lugares más emblemáticos de esta bonita
ciudad colonial que es
Arequipa.
Para terminar el día nos fuimos caminando hasta uno de los restaurantes más famosos de
Arequipa, el
Zigzag. Está especializado en la
cocina andina, que fusiona diversas
técnicas tradicionales con otras más innovadoras para elaborar platos
cuyos ingredientes principales son los más típicos del
Perú. Nos pedimos uno de sus platos estrella, la
trilogía de carnes, que incluye
tres trozos de diferentes carnes cocinadas a la piedra identificadas con una banderita:
alpaca, res y cordero, todo acompañado de una rica
ensalada,
una patata asada, y
cuatro deliciosas salsas.
* Para la elaboración y desarrollo de este artículo se han tenido en cuenta los datos obtenidos a través de la Wikipedia, y las propias experiencias vividas durante el viaje. (Fotografías e ilustraciones originarias de Pedro García Barbudo).
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